jueves, 6 de septiembre de 2012

Michelle y Viri

Que diferente es América - USA me refiero- de Europa... y en concreto de España; al menos en lo tocante a las elecciones. Resulta inverosimil imaginarse a Viri Fernandez - mujer de Rajoy - o a Pilar Goya - mujer de Rubalcaba- vendiendo en un estrado a sus medias naranjas de la misma forma que Michelle Obama y Ann Romney lo hacen con sus respectivos; Barack y Mitt. Y es que aunque las santas de los candidatos a la Casa Blanca no estan en las papeletas de voto, juegan un papel fundamental en la campaña presidencial americana; pues son ellas las que tienen la no fácil tarea de humanizar a los distantes candidatos -siempre incómodos con el sector peatonal de la población-  mostrandolos como sensibles, familiares, humanos y divertidos. En sus discursos congresionales respectivos de Charlotte y Tampa -ampliamente difundidos a lo largo y ancho de todo el orbe conocido- la incumbent demócrata y la aspirante republicana - a pesar de que, color, edad, entorno social,educación y estilo las separan- han seguido en sus alegatos mitineros la misma fórmula de éxito para aspirantes a primera dama; empiricamente probada, y que consiste en:... un poco de comienzos difíciles sin un duro; un pizca de pathos sobre los combates y victorias contra la enfermedad; alusiones a los padres fundadores, a los padres propios, a los pioneros, a los abuelos trabajadores...a Dios; al gran sueño americano ...y amor..mucho y creciente amor por el marido, los hijos, la suegra, el vecino de al lado, el cartero, el hula hoop, las Montañas Rocosas, el brócoli y el pescado azul... No importa que para invocar estos valores haya en ocasiones que retorcer y exprimir las biografías propias y ancestrales al extremo; como cuando Michelle - estudiante en Harvard - recuerda como Barack la venía a recoger en su vieja carraca oxidada, o cuando Ann - de família plutócrata ella - nos habla del abuelo minero en Gales o del padre que lavaba platos con 6 años. No me atrevo a decir que todo esto -que en Amérca sin duda funciona- sea bueno ni malo, noble o fingido; simplemente es una muestra de nuestras enormes diferencias culturales. Aquello que es aceptado, valorado, e incluso exigido en el país más poderoso del mundo, resultaría intragable motivo de escarnio por estas menesterosas tierras de Dios.