miércoles, 10 de octubre de 2012

Millonarios prematuros

El entrenador del Athletic de Bilbao, Marcelo Bielsa, ha criticado duramente a sus jugadores ante la falta de interés mostrada en ciertos partidos trascendentales para el club, tildándolos de millonarios prematuros. Esa misma opinión, es la que aparentemente tienen los franceses sobre los deportistas en general y los atletas galos en particular; o al menos así se desprende de una encuesta realizada en el Hexágono - a raiz de un escándalo por compra de partidos de balonmano- según la cual el 74% de nuestros vecinos ultrapirenaícos opinan que los deportistas están sobrepagados y deberían ver drasticamente reducida su paga semanal. Pues bien...sí...pero no. Si el dinero que reciben los deportistas no es generado directa o indirectamente por ellos, sino que procede de nuestro IRPF e IVA vía becas, ayudas, o publicidad de entes públicos, es evidente que sí deben ver limitados sus ingresos si estos son muy dadivosos. Pero... si esos deportistas, no hacen sino recibir una parte del dinerario que ellos mismos generan como actores principales que son de un espectáculo de masas, entonces no. Tenemos que partir de la base que el deporte - al menos el deporte profesional - se ha convertido en un subsector económico dentro de la industria del entretenimiento; que genera y mueve cantidades mil millonarias a nivel mundial. Esa industria no existiría sin un Ronaldo o un Tiger Woods, y en consecuencia ellos tienen derecho a llevarse una parte -importante- del chancho...nos guste o no...aunque echemos en falta el espirtitú amateur y olímpico... y aunque nos den mucha envidia de la sana o de la otra. ¿Deberían limitarse los ingresos de Julia Roberts o de Russell Crowe?...¿de las figuras de la canción?...pues no...siempre que el dinero que reciban no proceda de las arcas públicas. Si no nos gusta que ganen tanto, lo único que podemos y tenemos que hacer, en justicia de la buena, es no verlos en vivo y en directo o en Gol TV, ni comprar las natillas que patrocinan. Entonces serán las implacables leyes del mercado y de las audiencias las que ineluctablemente les obligarán a reducir su soldada.