viernes, 2 de noviembre de 2012

Das Image von Spanien

Decía el Rey hace unos días que la imagen que de España se tiene en el exterior es mucho mejor que la que tenemos en nuestro propio país, que es... para ponerse a llorar. Pues discrepo. Basta con volar cada quince días más alla de los Pirineos, con hojear u ojear de tiempo en tiempo Les Echos o el Economist, ver  la CNBC en los hoteles en que nos hospedamos, y sobre todo, hablar con colegas extranjeros,  para darse cuenta que la imagen que de nosotros se tiene es...puro Saura, es decir...tenebrosa.  Lo que pasa es que a D. Juan Carlos le ocurre en sus viajes -en tamaño grande, que para algo es jefe de estado- los mismo que a todo españolito que va al extrajero, y es... que las gentes del lugar con las que tratamos - por correcta y sobria educación- no nos dicen en las narices y descarnadamente lo que, sin embargo, se nota que piensan; que es... que  España ...da miedo. Eso sí, esos mismos extranjeros, se sorprenden enormemente cuando nos visitan, y y ven con sus propios ojos...que en la calle hay gente vestida de Zara andando normal, que los Audi funcionan, que los Mercadona tienen estanterías rebosantes de Danones y que los Museos del Jamón tienen tanto cliente como perniles colgados. En resumen...se llevan una positiva sorpresa; pues la realidad de la calle no es ni mucho menos tan mala como habían podido imaginar por lo oido en sus paises de origen. El gobierno sabe -o debería saber- que tenemos un serio problema de imagen en el extranjero; ya que la situación en la Gran Vía no es tan explosiva como se piensa en Nueva York o Frankfurt; pero también sabe que esa calma relativa a nivel peatonal, se debe a los muros de contención que contra un probable tsunami social, suponen la economía sumergida y los apoyos familiares. Explicar esto a nuestros socios económicos foráneos, significa la aceptación por el gobierno de un tremendo fracaso del estado, una vergúenza mayor y una muestra de fragilidad social tan grande como las propias cifras macroeconómicas oficiales muestran; así que ni Guindos en Bruselas ni Rajoy donde le pille, se meten en el jardín de explicarlo. Tenemos pues, como apuntabamos,  un muy serio problema de imagen exterior, y  nuestros servicios diplomáticos deberían ponerse las pilas para intentar mejorarla. Hay que tener presente que las decisiones de inversión en un determinado país se toman en muchos casos por consejos de administración que ni siquiera los pisan, y que se basan -por contra- de forma importante, en las impresiones que reciben de los medios...y...las impresiones venidas de España son, a pesar de lo que diga el Rey...nefastas.