miércoles, 14 de noviembre de 2012

Democracia directa

La huelga general 14N camina hacía sus últimas horas con los resultados esperados. Toxo y el eslabón perdido hablan de gran éxito y seguimiento; Soralla 1 Rosell hablan de absoluto fracaso; mientras el Sr. García, camino del trabajo, observaba como su kiosco habitual estaba cerrado y tenía que comprarse el Marca cruzando la calle, pero que sin embargo, su café con churros se lo podía tomar donde siempre...es decir...ni blanco ni tinto...lo esperado. Los periodistas y opinadores analizan la jornada según donde tengan el corazón y donde les apriete el zapato...lo esperado también. Si es relevante empero, que el consumo eléctrico ha sido superior al de la anterior huelga general, lo que significa menor seguimiento. En resumen... todo para nada; aunque es verdad que no se le puede privar a la gente del derecho al pataleo ante la frustración, que es mucha. La convocatoria se hacía para reclamar un referendum sobre las medidas de ajuste tomadas por el ejecutivo en los últimos meses, o lo que es lo mismo, un plebiscito sobre la política económico social del gobierno. No deja de ser una razonable demanda de democracia directa, sin intervención de diputados y políticos interpuestos; algo en principio más justo que la partitocracia representativa en la que se gobierna España y todas las democracias del mundo con excepción de algunos cantones suizos. Digamos ante todo... que la democracia representativa nació hace siglos por la imposibilidad material y técnica de utilizar el voto directo; pero que la tecnología actual -smartphone o internet- permitiría el tal voto sin problemas; es decir, se podría hoy miércoles consultar al ciudadano de infanteria sobre el incremento del IVA aplicado al pan, y mañana jueves pedirle su voto sobre el matrimonio gay...pongamos por ejemplo. Mi opinión aunque me duela decirlo...es, sin embargo... contraria al plebiscito. Me explico. Principalmente porque haría todavía más dificil un gobierno responsable; que pensase - aunque solo fuese un poquitín- en el medio plazo y no en la inmediatez del dictamen popular. Los políticos tendrían que atender - más de lo que lo hacen ahora- a los humores y calentones del señor y la señora García; lo que nos llevaría... derechitos... al populismo descamisado...tipo Evita...pero en moderno. Resultado: desastre absoluto. Es cierto que esta posición antiplebiscitaria parte de una visión paternalista del estado, en la que la mentada Sra. García es considerada como capaz para votar por un PP o un PSOE cada cuatro años, pero como intelectualmente inhábil para decidir sobre la Ley de Dependencia o sobre las ayudas a Bankia. Pues bién...sí.