lunes, 12 de noviembre de 2012

Fiestón hipotecario

La vida está llena de paradojas; y el mediático suicidio de la ex-concejal Egaña, cuando iba a ser desahuciada por impago de un préstamo hipotecario, nos va a llevar a una más. Durante los últimos 3 años -mientras los sucesivos gobiernos hacían como que con ellos no iba la cosa- se han producido en nuestro país más de 3000 desahucios de primera residencia; que han supuesto, seguramente, casi otros tantos dramas personales y familiares. La culpa no es solo de los desahuciados, sino de todas las partes implicadas; aunque en distintas proporciones: un 40% es de los particulares prestatarios, por solicitar crédito por encima de sus posibilidades y aprovechar en muchos casos para comprar el BMW, el viaje a Tailandia y la primera comunión de la niña con el préstamo hipotecario; un 30% es de los bancos y cajas, por permitirlo y fomentarlo, montando una barra libre de préstamos en la que no se pedía ni el carnet;  un 20% es del Banco de España y de los políticos de turno, por no acabar con el güateque y además permitir el alcohol, aunque sabían perfectamente que la hora estaba pasada y que el resacón iba a ser de los que duele hasta el pelo; y por útimo, un 10% corresponde a Alemania, por prestar el dinero alegramente a los dadivosos bancos y cajas españoles, como si estos fueran gerenciados por frugales y severos directivos calvinistas. El problema... el problema es que a la hora de pagar las copas y los platos rotos... el 100% de los garrotazos se los lleva el de siempre, es decir... el más pringao, es decir... el trabajador sin trabajo; mientras que todos los demás... se van de rositas... y sin sudar la camisa blanca de popelín ni nada. La solución a todo esto se aventura harto difícil. Una ley menos beneficiosa para los bancos es una obligación; la dación en pago es una necesidad, y la protección de pagos por desempleo es otro imperativo...pero son soluciones para futuras hipotecas. Ir más allá -suspendiendo temporalemente pagos y desahucios como ahora se propone- requiere pasos muy medidos; exige una cabeza muy fria, que no se deje llevar ni por el chantaje de la solvencia bancaria ni por las tentadoras sirenas del populismo. De lo contrario, se corre el peligro de soliviantar al peatonaje, pero también, de frenar -todavía más- las futuras concesiones hipotecarias; y además, de desincentivar el retorno al trabajo de los desempleados. La paradoja -que es a lo que ibamos- es...que tanto la desgraciadamente fallecida, como su marido... trabajaban; con lo que en ningún caso se hubiesen visto beneficiados por los posibles cambios legislativos que van a propiciar.