jueves, 5 de julio de 2012

Codex Calixtinus

Pues han encontrado al ladrón. Exactamente un año después de su robo en la Catedral de Santiago de Compostela, la policía ha recuperado el Liber Sancti Iacobi, el manuscrito del siglo XII considerado la mayor joya bibliográfica del planeta Tierra; de cuando todavía no había imprenta y se hacía todo a mano, dibujos y todo. No podemos sino estar plenos de gozo por el hallazgo... pero al mismo tiempo, nos invade... una cierta desazón. Y es así por que, el robo se nos había presentado como obra perfectamente planeada y mejor ejecutada por una banda internacional altamente especializada, que sin duda trabajaba a las ordenes de algún multimillonario facineroso y amante de las artes, que con total seguridad había pagado una fortuna por tan valiosa pieza. Los de imaginación más florida pensaban incluso que se trataba de un Codigo Da Vinci a la española, donde intereses ocultos y maléficos se habían conjurado contra el poder de la Iglesia. El desenlace, sin embargo, ha sido mucho más de andar por casa...más...peatonal. Los autores del latrocinio no eran criminales internacionales perfectamente organizados y entrenados que se llamaban Lupin o Erik el Belga, sino...el electricista entrado en carnes de la catedral, que se llamaba Manuel Fernández; detrás de la operación no había un misterioso patrono de las artes justito de escrúpulos...sino una simple venganza laboral contra el canónigo de la catedral; la obra maestra no estaba escondido en una camara acorazada suiza con atmósfera protegida, bajo tres llaves y código secreto...sino en un garage de la vecindad, envuelta en bolsas de plástico, de las de la basura. En resumen, que no se trataba del Robo al Banco de Inglaterra de John Guillermin, sino más bien de un Granujas de Medio Pelo - granuja en este caso - de Woody Allen. Berlanga, se hubiese puesto las botas con esta historia.