miércoles, 4 de julio de 2012

Ricos españoles

Parece que el gobierno, con el beneplácito de la oposición, ha decidido que los plutócratas de este país, no son aquellos que tienen grandes mansiones, yates, fincas, coches, obras de arte y demás; sino... aquellos que declaren ganar más de 100.000 € al año; razón por la cual, se han puesto a sacudirles que es un primor, dándoles palos desde el moño hasta las uñas de los pies, para que suelten todos sus euros y se vayan enterando de lo que vale un peine, ¡ estaríamos buenos ! Los 100.000€ al año que garantizan el certificado de creso nacional en la solapa son - para que nadie se lleve a engaño ni decepción - el equivalente a 60.000€ netos tras el desplume aplicado en la ventanilla de Hacienda; o lo que es lo mismo 5.000 € al mes para llevarse a casa; a ello todavía hay que deducir IVA, impuestos especiales, copagos, céntimos sanitarios, tasas, aranceles y demás.  Mi primera reflexión es la más evidente, y es que... ¡ manda huevos ! - que diría Trillo - que a una persona que gane 5.000 € al mes, se le considere rico. Una vez dicho esto y aprovechando que hemos cumplido con nuestras obligaciones ciudadanas de pago puntual del IRPF, es el momento de fijarse en algunos datos que nos facilita la propia Agencia Tributaria. Dos puntos llaman la atención sobremanera : En primer lugar, que el 90% de los ingresos de este impuesto los pagan los asalariados, mientras que el 10% restante lo abonan autónomos, empresarios y profesionales; en segundo lugar, que menos de un 1% de los declarantes se reconocen ricos, es decir, con ingresos de 100.000 € anuales o superiores. Dos evidencias de todo esto: La primera; que los únicos pringados que pagan impuestos en este país y lo hacen hasta el sangrado total, pero total del todo, son los asalariados, y que el Estado - como les tiene cogidos por donde más duele - aprieta con puro deleite hasta el estrujamiento integral de sus partes; por otro lado, que hay ...¡ así !...pero ...¡ así !... de gente, que se escapa de rositas de esta obligación, mientras el Estado - como tendría que esforzarse para perseguirlos y... ¡ uf qué calor hace!- pretende que no se entera.